La inclusividad fuera de nuestras fronteras.
Hace poco hicimos una actividad en una de las asignaturas del máster que hablaba sobre la inclusividad en las aulas. Nuestra parte era estudiar como se hacía fuera de nuestras fronteras, concretamente en Canadá. Esta fue la información que saqué del texto:
Todos sabemos que en nuestro país hay una gran cantidad de extranjeros, gente que viene en busca de mejorar su situación y de encontrar un futuro mejor para sus familiares, que en ocasiones son niños en edad escolar, y que se encuentran, la mayoría de las veces, desplazados de nuestros organismos e incluso de los alumnos de las clases en las que se encuentran. Pero quizás nos hemos centrado demasiado en pensar que los alumnos que deben formar parte de los proyectos de inclusión son los alumnos extranjeros,y nada más lejos de la realidad. En nuestra sociedad tenemos un sector muy olvidado, que es la educación especial. Este tipo de educación, según las normas que nos rigen, lleva un currículum a parte, y los niños con discapacidades son llevados, en su mayoría, en escuelas ‘especiales’ para ellos, donde, dicen, serán mejor tratados, con mayores facilidades para ellos, y donde mejoraran sus deficiencias.
El texto propuesto nos habla de un tipo de inclusión diferente, la inclusión en las ‘clases normales’ de niños con algún tipo de deficiencia. El texto habla, en general, de las escuelas inclusivas de Canadá, pero explica que la inclusividad en este país abarca todos los ámbitos; el lingüístico, el cultural, el social, el político. Todos los campos de atención a la diversidad están contemplados en las leyes de este país.
El modelo de inclusión que utilizan es un modelo creado por Wolf Wolfensberger, sociólogo alemán que trabajaba para el National Institute on Mental Retardation. Este sociólogo afirmaba que la gente con discapacidad debía vivir en el entorno más ‘normal’ posible si se quería que se comportaran ‘normalmente’. El gobierno canadiense instauró un modelo de inclusión, con iniciativas tales como ‘Community Inclusion Initiative’ (comunidad de iniciación a la inclusión) que se desarrolla con apoyos institucionales públicos y privados.
Este modelo parte de un principio de no segregación de los alumnos, y pretende que todos trabajen conjuntamente en el desarrollo de las capacidades al máximo nivel que les sea posible, fomentando la participación de todos los alumnos.
Este tipo de modelos promueven el aprendizaje de todos sus alumnos, favoreciendo la inclusión de todos y cada uno de los alumnos existentes en el centro, recibiendo programas educativos apropiados a sus características, un currículo adecuado a sus necesidades, y el material proporcionado, que se encuentra disponible en el aula, para cualquier alumno que lo necesite.
En el sistema canadiense encontramos elemento diferenciadores que no se encuentran dentro del sistema español, lo que hace pensar que pueden guardar relación con el planteamiento inclusivo. Tales planteamientos son:
Colaboración del profesor en el aula: se encuentran dos profesores compartiendo los trabajos dentro de la misma clase. La colaboración no sólo mejora la atención a las necesidades de los estudiantes, sino que exige un acuerdo entre los maestros sobre la acción docente que deben realizar.
Independencia del maestro: el maestro pierde protagonismo dentro del aula, pasando a ser una figura de ayuda y supervisión.
Sentimiento de pertenencia al centro, compartición de sus señas de identidad: que los alumnos se sientan orgullosos de su escuela, que sientan que pertenecen a ella, que forman parte de su cultura.
Apoyo de estudiantes entre sí: grupos de colaboraciones entre los alumnos, ya sea para ayudar a los que van un poco más retrasados, ayudándose entre los alumnos.
Implicación de los miembros de la comunidad: la escuela tiene que ser un lugar de referencia para la comunidad, y se promueve la participación de la familia a través de actividades propuestas, tanto de tipo académico como lúdico o cultural.
Apertura del aula y del centro: el centro educativo está abierto, pensado para ser utilizado no sólo como lugar de enseñanza, sino como un espacio utilizable para diferentes actividades.
Actitud favorable del profesorado: la actitud que muestra un profesor determina el tipo de atención educativa que reciben los estudiantes. Si la actitud es favorable, la educación que reciban los alumnos será de mejor calidad.
Formación permanente del profesorado, propuesta por el centro, en tiempo de trabajo: permitir que los profesores mejoren sus conocimientos sobre las materias que imparten dentro de las horas de trabajo, no en sus días libres.
Aprovechamiento de recursos materiales y humanos: las escuelas inclusivas necesitan muchos materiales y muchos recursos, y la administración tiene que invertir en ellos, pero esos recursos también pueden ser utilizados por todos los alumnos que los necesiten.
Actitud favorable de los padres de las personas con discapacidad: el motor del cambio son las familias, más que los docentes. Son ellas las que exigen que la asistencia a la escuela ordinaria sea considerada un derecho para todos.
Todos estos planteamientos podrían y deberían ser aplicados en nuestro sistema, para dejar que la gente con discapacidad tenga las mismas oportunidades de aprendizaje que la gente que no tiene ningún tipo de discapacidad. Hoy en día estamos muy inclinados a pensar que sólo los válidos tienen derecho una educación digna, dejando de lado a aquellos que no son capaces de aprender como el resto. Creo que entre ese tipo de gente podremos encontrar personas que serían capaces de darnos una lección, puede que ya no en educación, pero sí en valores, puesto que ellos tienen una visión distinta a la nuestra, y mientras nosotros estamos encaminados a obtener el mayor beneficio de nuestras acciones, ellos simplemente hacen lo que su corazón les dicta, y la mayoría de las veces es dar cariño a la gente que les ayuda en su día a día.